miércoles, 23 de octubre de 2013

Despertar.

Mi amiga Concha Redondo nos leyó un texto anónimo después de meditar un sábado. Fue una delicia oir su voz aterciopelada por los años, con esa dicción perfecta que se gasta propia de una locutora de radio o una actriz de teatro. Había encontrado un papelito rebuscando otra cosa en un cajón de su casa,  que pacientemente estaba esperando que la providencia activara de nuevo su mensaje. Ella sintió que era el momento de compartirlo de la misma forma que ahora se comparte con los lectores de este blog. Dice Así:






Para despertar, busca toda la ayuda que puedas, lee los libros que encuentres, asiste a los encuentros que te inviten, medita, respira y espera. Todo ayudará…, pero finalmente sólo tú harás la alquimia, pues nada puede precipitarla, solo tu intención de que suceda. Y aún si no hicieras nada de nada, espera tranquilo, igual ocurrirá…

Si ya has despertado y ves como duermen los demás a tu alrededor, entonces camina en puntillas, respeta su sueño y descubre la perfección de sus propios tiempos, así como fueron perfectos los tuyos.

Cuando ellos abran sus ojos, el fulgor de tu brillo los ayudará a despertar sin necesidad que hagas nada. Si aún duermes, relájate y disfruta tu sueño, estás siendo arrullado y cuidado.

Despertar no es un acto de magia, aunque llenará de magia tu vida.

Despertar no tiene nada que ver con tu mundo externo, aunque todo lo que te rodea parecerá tener un nuevo brillo.

Despertar no cambiará tu vida, si bien sentirás que todo ha cambiado.

Despertar no borrará tu pasado, pero al mirar atrás lo percibirás como la historia de alguien muy querido que aprendió muchas cosas, y sentirás que ese alguien ya no eres tú.

Despertar no despertará a tus seres queridos, pero ellos se verán más divinos ante tus ojos.

Despertar no sanará todas tus heridas, pero ellas dejarán de gobernarte.

Despertar no solucionará tu situación financiera, pero te sentirás millonario.

Despertar no te hará popular, pero ya no volverás a sentirte solo.

Despertar no te embellecerá ante los ojos de los demás, pero te hará perfecto ante tu propia mirada.

Despertar no te dará más poder, pero descubrirás el poder que tienes.

Despertar puede que no disuelva los barrotes de tus cárceles, pero te dará la libertad de ser tú mismo.

miércoles, 9 de octubre de 2013

PRESENTACIÓN EN SEVILLA DEL LIBRO "DIOS" DE EMILIO CARRILLO.



En nuestra anterior entrada nos hacíamos eco de la llegada a la librería Anatma de Sevilla del libro “Dios” de Emilio Carrillo. Un libro muy esperado por todas las dimensiones espirituales encarnadas en seres humanos que queremos a Emilio y tenemos en él a un referente de la nueva Humanidad. En este post queremos referirnos al acto de presentación del libro que tuvo lugar en Sevilla el pasado 20 de septiembre y congregó a más de quinientas personas que llenaron a rebosar en el salón de actos del Colegio Santa Ana. 

Para mí fue una tarde-noche mágica. El mero hecho de colaborar con mi amigo José María en las tareas de grabación y edición en video de las charlas de Emilio en Sevilla se ha convertido en una pequeña muestra de nuestros dones y talentos a juzgar por lo mucho que disfrutamos los dos compartiendo la experiencia y la alegría de estar juntos. Nos acompañó durante la grabación Pilar, la propietaria de Anatma, que arrastrando su maltrecha pierna había llegado tarde y no encontró un solo asiento libre en la sala. Allí, en la cabina de grabación, con cierta dosis de intimidad, los tres nos emocionamos con Paula Carrillo, la hija de Emilio, que condujo el acto con Amor y sencillez y no pudo evitar que le temblara su voz al hablar de su padre, con Concha Redondo, ese ser tan maravilloso que la providencia ha puesto en nuestro camino, que nos ayudó a conocer lo que somos con un sentido padrenuestro, con José Luis González, de brillante dicción y mejor prosa y verso y cómo no de Emilio, que a pesar de tantas y tantas charlas siempre sorprende por su capacidad de comunicación y claridad al trasladar lo que siente, que no es otra cosa que AMOR.

Después tuve el honor de compartir una alegre velada con Charo, José María, mi querida Julia, Concha, la familia de Emilio al completo y algunos amigos más, entre ellos a Javier León y su compañera Laura, editores del libro. Nada es casual y desde luego no lo es que un libro como Dios sea producido por una editorial como Nous.

Precisamente quiero incluir, antes de facilitar los enlaces para ver el video del acto de presentación o descargarse el audio, la hermosa semblanza que Javier ha hecho de Emilio en su blog “Creando Utopías”. http://creandoutopias.net/


 “Una de las cosas que más me gustan del oficio de editor es la de conocer y reconocer a almas grandes, bellas, hermosas, que irradian una luz especial, acorde con ese amor indispensable que traen no se sabe bien de donde. Llevamos ya algo más de tres semanas siguiendo la estela de Emilio Carrillo, un hombre sabio que roza la santidad por eso de hacer lo que la madre Teresa de Calcuta decía que teníamos que hacer: no hacer nada. O lo que es lo mismo, hacer sólo aquello que nace de nuestro corazón y convertirlo en don y talento para luego hacer lo que realmente se hace con los dones y talentos: compartirlos.

Eso hace Emilio, dejando atrás su carrera política y docente para compartir su don de introspección y comunicación, de buceo por las entrañas del ser y expresión desde su mismo centro con aquellos que desde el silencio siguen sus pistas. Sin máscaras, sin engaños, con la inocencia de ese niño que demuestra que la pureza siempre llega de la simplicidad y la sencillez.

Así es Emilio, dócil, humilde, con ese estilo suyo tan propio, sin aparentar nada, sin querer nada, sin pedir o demandar nada, solo dando, dando, dando una y otra vez en forma de gestos, de guiños, de abrazos, de generosidad. Tal es así, que hasta a nosotros nos compra libros que luego regala, cuando no tendría necesidad de hacerlo. Pero su consciencia va más allá, y sabe que todo está bien cuando todos estamos bien, por eso él se paga sus viajes y sus hoteles, no pide nada por compartir esas horas inquietantes a su lado, y siempre, siempre, siempre, tiene un abrazo para todos, sin importarle el tiempo o la posibilidad de que pueda perder el próximo tren. Y no sólo eso, dona los beneficios de autor a una fundación sevillana y nos deja acompañarle, sin pedirnos nada a cambio, para que nosotros podamos impulsar con las ventas del libro el proyecto O Couso. Un estilo diferente de hacer las cosas, o mejor dicho, un estilo acorde con el nuevo paradigma desde la coherencia y la estricta observancia.

Sin duda, cuando nos miramos nos reconocemos. Quién sabe de qué lejana reminiscencia, tal vez de esa época en aquel monasterio budista, o de aquella otra próxima a Montsegur, o aquella escocesa en la que compartíamos el interés por el misterio. Esas cosas que se intuyen y que afloran con pistas y señales que aparecen una y otra vez en todo reencuentro. De hecho, hasta la forma en que hemos tenido de editar el libro nació de forma extraña. Él en su crisálida de silencio y yo en la mía propia, caminando las sendas del Camino de Santiago, buceando en mi propia crisálida tras más de cincuenta días, entre retiros vipassana y peregrinajes, sin pisar la oficina.

Lo cierto es que ahora parecemos escuderos siguiendo al hidalgo. Ayer en Barcelona alguien me preguntaba: “¿pero qué hace aquí el editor vendiendo los libros?” Realmente no encontraba respuesta adecuada cuando veía todo lo que interiormente estaba ganando al bajar al barro y acompañar a Emilio por este periplo increíble. Escucharle una y otra vez no tiene precio.  Cuando estás frente a él y lo contemplas desde la distancia puedes ver su punto de luz, su resplandor que nace de su don y su vocación en acción. Y no se trata de ninguna ayuda en el camino de nadie como a él le gusta repetir con insistencia, pero sí de una luminaria, de una esperanza que  nos inspira fuerza y confianza. Así que, gracias Emilio por todo y sigamos cabalgando hacia Avalon, las nueve reinas hadas nos esperan para completar el proyecto Artur y ser partícipes de su Misterio.”





lunes, 16 de septiembre de 2013

"DIOS", nuevo libro de Emilio Carrillo.



El pasado viernes llegó a la librería Anatma de Sevilla el último libro de Emilio Carrillo titulado “DIOS”, escrito después de un largo periodo de recogimiento interior.  El propio Emilio en una entrevista concedida recientemente hace un perfecto esbozo de su contenido y de las motivaciones para escribirlo, que reproduzco a continuación por si os fluye su lectura.





I. El momento evolutivo de la Humanidad.

1. El libro “Dios” tiene como hilo conductor el hecho de que la Humanidad ha entrado en un nuevo ciclo evolutivo de transición desde la “consciencia egocéntrica” a una “Consciencia de Unidad”. La “consciencia egocéntrica”, ligada al aferramiento al “yo” (el cuerpo físico, los sentidos corpóreo-mentales, los pensamientos, la personalidad y el ego a todo ello asociado) y a una “naturaleza egocéntrica”, supuso, en su momento, un éxito de la evolución y ha sido muy valiosa en el proceso consciencial del género humano. Pero en el devenir de éste, se ha terminado por convertir en un obstáculo, hasta el punto de poner en peligro la propia supervivencia de la Humanidad como especie. Para salir de esta limitación, el ser humano se dirige de forma natural a una nueva fase del proceso evolutivo definida por la “Consciencia de Unidad”.

2. Esta “Consciencia de Unidad” tiene tres manifestaciones fundamentales: la unión y la simbiosis con la Madre Tierra; la percepción de la Humanidad como una gran y única red en la que todos los seres humanos se integran e interaccionan; y la conexión con nuestra divinidad, abandonando la visión de un Dios “exterior” para conectar con nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal.

3. Con relación a las dos primeras, la Humanidad, a lo largo de los milenios, se ha ido separando de la Madre Tierra, deteriorando gravemente el hábitat ecológico del que depende no la vida de la Tierra, que está fuera del alcance de la mano del hombre, sino la supervivencia del género humano. Igualmente, se ha fragmentando hasta romperse en mil pedazos, provocando muerte y dolor por doquier y produciendo suficiente cantidad de odio y armas como para borrar de la faz del planeta toda presencia humana. Pues bien, estos dos fenómenos no son independientes entre si, sino que se hallan absolutamente interconectados. Ambos son consecuencia de la prevalencia de la “consciencia egocéntrica”. Y en tanto no haya hermandad entre la Humanidad y la Naturaleza, en su globalidad y con cada una de sus singularidades, no habrá hermandad dentro de la propia Humanidad.

4. En cuanto a la tercera manifestación de la “Consciencia de Unidad” –la conexión con nuestra divinidad-, el momento evolutivo de la Humanidad impulsa naturalmente a que entremos de lleno en el meollo de la cuestión y dejemos de hablar de otros asuntos que, aún siendo relevantes, no hacen sino girar alrededor del núcleo principal. Y este núcleo es Dios (que cada uno lo llame como quiera y sienta), lo que es, supone y representa y sus implicaciones para el ser humano. Es el momento de que conectemos con nuestra esencia y naturaleza divinales.

5. En esto último se centran los seis capítulos que conforman el libro “Dios”. En ellos se desgranan y profundiza en las reflexiones que telegráficamente se sintetizan a continuación

II. Del Dios “exterior” al “Dios que es yo”.

6. Vaya por delante que no soy creyente y desde el interior siento y sé que Dios no existe: En lo relativo a “creer”, la primera acepción que señala el Diccionario es “tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado”. La segunda, “dar firme asenso a las verdades reveladas por Dios”. En cuanto a “existir”, la Academia ofrece tres posibles usos: “dicho de una cosa, ser real y verdadera”; “tener vida”; y “haber, estar o hallarse”. Pero el entendimiento humano sí puede “alcanzar” a Dios, ya que Dios es, íntima y primordialmente, cada uno de nosotros. Y Dios no puede “revelarnos” nada, pues no es ajeno o distinto a nosotros mismos y la “revelación” exige una separación entre quien la da y quien la recibe. Por ello, con relación a Dios, de nada valen ni el verbo “creer” ni la expresión “creyente”. Y Dios no es una “cosa”, ni “tiene” vida, ni “está” ni se “halla” en parte alguna, tampoco en el célebre Cielo. Por lo que a Dios tampoco le es de asignación el verbo “existir”, ni cabe, por tanto, afirmar que “Dios existe”.

7. Es cierto que son muchas las personas que se dicen “creyentes” o “no creyentes” y hablan de “creer” o “no creer” en Dios o se posicionan sobre su “existencia”. Los “creyentes” sí “creen” en esa “existencia”, por lo que suelen profesar un determinado “credo” o religión; los “no creyentes” no “creen” en tal “existencia” y no hacen suya ninguna “fe”. Ambas posturas –“creyente” y “no creyente”- parecen rotundamente opuestas. Sin embargo, las dos participan de idéntica base y tienen un mismo principio y fundamento: la percepción de un Dios “exterior”. Y es perfecto, no pasa nada. Simplemente, en su proceso evolutivo, aún no han tomado consciencia de que así están marcando una división y una frontera entre Dios y ellas. Pero esa escisión y esa barrera son sólo una ficción mental, no son reales.

8. Lo Real es que entre Dios y yo -cada uno de nosotros- no hay ruptura o segregación posible: Dios es yo soy Dios cuando ceso de ser yo: Para expresar lo que mi Corazón indica sobre Dios, el Amor es lo primero. En la Primera Carta de Juan (1 Juan, 4, 7-8), se indica: “el Amor es Dios y todo aquel que ama conoce a Dios; el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es Amor”. Y en el Amor y desde mi interior, “veo”, siento y percibo que Dios es No-Ser; y, no siendo, Es: Dios es No-Ser y Ser. Por lo mismo, Dios, siendo Vacío, es Plenitud. Y siendo Nada, es Todo, sin excepción. Y Todo, sin exclusión de nada, es Dios. Ese Todo te incluye a ti, a mí, a todos y a todo. Por tanto, Dios es yo. Y yo… ¿soy Dios?: Dios es yo y yo soy Dios precisamente cuando ceso de ser “yo”, es decir, cuando dejo de identificarme con cualquier tipo de identidad, sea física, álmica o espiritual, sea individual o colectiva. Esto supone tomar consciencia plena de nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal, dejando atrás el aferramiento a un “yo” material, emocional y mental.

III. La parábola del “Hijo Pródigo”.

9. La parábola del “Hijo Pródigo” sintetiza metafóricamente la identificación con lo que no somos tanto a través de la figura del “hijo pródigo” o hermano menor -que ejemplifica la “tragedia del incrédulo” (ateo, agnóstico, escéptico) que se separa intelectualmente del Padre- como del “hermano mayor” -que representa la “tragedia del creyente”, que cree vivir junto al Padre, pero realmente no lo conoce y lo ha convertido en un ídolo distante y lejano-. A lo que se suma la “tragedia de las religiones”: queriendo acercar el ser humano a Dios, han terminado por levantar un muro entre Dios y el ser humano.

10. La parábola llama a la identificación con el Padre/Madre, percatándonos de que “Yo y el Padre somos Uno”, pues es nuestro “verdadero ser”.

11. A ello se dirige la “nueva” espiritualidad que emerge hoy en la consciencia humana. Es la espiritualidad de los místicos y místicas de todas las épocas y culturas, aunque con dos importantes diferencias: no necesita vivenciarse dentro de ningún “credo” o religión; y ya no es algo aislado y minoritario, sino que se expande cada vez entre más gente y de una punta a otra del planeta.

IV. Aferramiento a la visión de un Dios exterior: la cadena causa-efecto.

12. No obstante, la idea de Dios que aún comparte la mayoría de la Humanidad es la de algo o alguien “exterior” a nosotros.

13. Esto nos sumerge en el olvido de nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial”, que son absolutamente divinales.

14. Y tal olvido -la ignorancia de lo que auténticamente Somos- impide, a su vez, que sintamos la Felicidad que es nuestro Estado Natural.

15. La consecuencia inmediata e irremediable de los tres puntos anteriores es la identificación con lo que no somos: el cuerpo físico, los sentidos corpóreo-mentales, los pensamientos y emociones, la personalidad,.... Es decir: con lo que realmente es sólo el “instrumento” o “vehículo” que utilizamos para experienciar en el plano humano. De este modo, los seres humanos pierden la consciencia de que se trata exclusivamente de un “vehículo”, se aferran a él desde la absurda creencia de que él es lo que son y terminan atados a un falso “yo” y a una “naturaleza egocéntrica”.

16. Y desde ésta, se lanzan hacia fuera de ellos mismos en busca del “bien-estar”, pobre sucedáneo de la Felicidad (“Bien-Ser”) que es nuestro Estado Natural.

17. Una búsqueda en la que se usa como herramienta la experiencia dual, basada en la no aceptación y en juzgar y etiquetar dicotómicamente (“positivo” y “negativo”, “bueno” y “malo”, “agradable” y “desagradable”,…) todo lo que ocurre en nuestra vida y a nuestro alrededor. Pero las experiencias carecen de “color”. Simplemente, son experiencias, todas con su porqué y para qué en el proceso consciencial y evolutivo de cada cual. Y cada experiencia -la que sea- tiene su peculiar vibración. Las apariencias de las experiencias -es decir: lo que perciben de ellas nuestros sentidos corpóreos y mentales- no son reales. Lo real en las experiencias es su vibración, que se puede escuchar desde el Corazón, como si se tratara de una melodía musical. Y desde el Corazón -desde nuestro "verdadero ser"- podemos armonizar la vibración de cada experiencia -la que sea- para que resuene en Frecuencia de Amor.

V. La idea de un Dios exterior y la búsqueda del bienestar: causa y origen del sufrimiento humano.

18. Por tanto, la búsqueda del bienestar en el “exterior” es la derivación lógica de la idea de un Dios “exterior”. Y ambas -esa idea y esa búsqueda- son origen y causa del sufrimiento humano. No en balde, el objetivo de la búsqueda es la satisfacción de nuestros deseos. Pero cuando esto no se consigue, se siente dolor (“mal-estar”), lo que produce sufrimiento. Y cuando sí se logra, se trata de una satisfacción momentánea y pasajera (“bien-estar”) que nos aferra todavía más en el olvido de lo que Somos y es preámbulo de más sufrimiento. Así, el sufrimiento es la consecuencia inexorable de la búsqueda del bienestar. La imagen de la diosa Iustitia, su significado alegórico, lo simboliza con gran precisión: la balanza (la experiencia dual y el sufrimiento); la espada caída (en lugar de la razón, el Corazón); y la venda en los ojos (la vida es sueño, pero se puede vivir “dormido” -ensoñación: ojos tapados- o “despierto”).

19. Pero, ¿cómo evitar el sufrimiento? Tirando del hilo de la madeja, hay que volver al principio de esta cadena de causas y efectos: la idea de un Dios exterior. Por lo que la clave para evitar y superar el sufrimiento radica en la toma de consciencia acerca de que no hay desunión posible entre Dios y yo: Dios es yo y yo soy Dios cuando ceso de ser “yo”, es decir, cuando dejo de aferrarme a cualquier noción de identidad, sea física, álmica o espiritual, sea individual o colectiva. Es así cómo la diosa Iustitia se transfigura en la “Estatua de la Libertad”: ojos destapados, libro de la Sabiduría (fin de la experiencia dual) y Luz que se eleva para iluminar la Vida.

VI. El Retorno al Hogar.

20. La toma de consciencia de nuestra divinidad supone una especie de Retorno al Hogar, a lo que siempre hemos sido, aunque lo hayamos olvidado, percibiendo la Naturaleza de Dios, que es la nuestra.

21. Y esto no es algo teórico o “teológico”, sino una experiencia práctica que se materializa en la vida diaria: desalojo interior y vaciamiento; Vida Sencilla; práctica del Aquí y Ahora; Libertad y superación de miedos y autolimitaciones mentales; espacios de Silencio; conexión con la Quietud que atesoramos en nuestro interior para que nuestro Movimiento en el día a día sea resplandor de esa Quietud; etcétera. Así hasta permitir que el Amor que Somos se libere de las capas conscienciales que tapaban su Presencia e interferían su Frecuencia, posibilitando que ésta -la Frecuencia de Amor- impregne e impulse las actitudes, acciones y reacciones con las que, de instante en instante, afrontamos los hechos cotidianos.

22. Sin embargo, en lugar de percibir nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal e intentando escapar del sufrimiento que experimenta, el ser humano se inventa mentalmente dos necesidades imperiosas: la “necesidad de hacer” muchas cosas -cuantas más mejor- y “realizarse” en ellas; y la “necesidad de cambio”, sea de uno mismo, de aquéllos con los que convivimos o del mundo y las cosas en general. Pero ambas necesidades son, simplemente, una huida hacia delante. Y generan, a la postre, el mismo sufrimiento que se quería evitar o superar.

VII. No hay cambio, sino Evolución.

23. Lo Real es que en la Creación nada se halla estancado o inamovible: todo se encuentra en veloz y constante Evolución, que constituye el Orden Natural (Tao). La idea de cambio supone desconocer esa Evolución inmanente, con sus procesos y ritmos naturales, y pretender neciamente “marcar el paso” desde el ego para que las cosas se ajusten a lo que “yo” deseo, cuando “yo” deseo y de la manera que “yo” deseo. Nada se logra con ello, salvo provocar que la Evolución marche “cuesta arriba”: desde la aceptación, la Evolución discurre armónicamente; por el contrario, el propósito de cambio la distorsiona y hace sufrido lo que en sí es puro fluir.

24. En el contexto, precisamente, de la Evolución, la Humanidad ha entrado en el nuevo ciclo evolutivo con el que se inició esta charla y se camina hacia una nueva consciencia: la “Consciencia de Unidad”.

VIII. Innecesariedad de hacer.

25. Lo Real es que no hay necesidad, compromiso o deber alguno de hacer nada.

26. Darse cuenta de la “innecesariedad de hacer” lleva a comprender que el “quid” de la cuestión no está en “qué” hago, sino en “cómo” acometo lo que sea que haga. La “naturaleza egocéntrica” llama a poner el acento en el “qué” (qué hago o dejo de hacer, qué “debo de”, qué “tengo que”,…). Y nuestra “naturaleza esencial” deja el “qué” en manos de la Providencia –nuestro “verdadero ser” en acción- y la Vida –responsabilidad al 100 por 100 de cada uno- y se centra en el “cómo” para llenar de Amor e impregnar con su vibración, con la Frecuencia de Amor, todos los hechos y circunstancias –experiencias, en definitiva- que la vida (no la programación mental) va poniéndonos por delante de instante en instante en el “Vivir Viviendo”. Y da igual el color que la mente -desde la “experiencia dual”- quiera otorgar a la experiencia –“alegre” o “triste”, “placentera” o “dolorosa”,…-. Sólo importa situar en la vibración del Amor cada experiencia que la Vida traiga a nosotros.

27. Centrado en el “cómo” y en Frecuencia de Amor, ejercito mis dones y talentos –cada cual cuenta con los suyos-, que se manifestarán en el día a día naturalmente, sin esfuerzo y con entusiasmo (“Dios en mi”). No en balde, los dones y talentos son plasmación y expresión directa en “mí” de la Presencia de Dios, que es yo. Lo que no quita para que atendamos, igualmente, los otros quehaceres que vengan de la mano de la Providencia y la Vida. Sin juzgar las experiencias ni etiquetarlas dualmente, las impregnaremos todas con la Frecuencia de Amor que subyace en nuestro interior. Y lo haremos sin esperar ni desear nada: sin pretender levantar en los demás ni admiración ni reconocimiento o valoración positiva. Y sin perseguir “ayudar” a nadie, pues la comprensión de la “innecesariedad de hacer” habrá hecho ver la enorme carga de vanidad que supone querer incidir o interferir en el desenvolvimiento de algo donde todo tiene su porqué y para qué y todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es y Acontece.

28. “Ama al prójimo como a ti mismo”: Énfasis en el “ama al prójimo” y olvido del “cómo a ti mismo”. Esto último se ve como egoísmo. Pero no es así. Amarse a un mismo es el “endiosamiento: recordar nuestro verdadero ser y naturaleza esencial y divinal; destapar el Amor que Somos y no impedir su Presencia ni su Frecuencia. A partir de lo cual, el “ama al prójimo” será tan natural que ya ni siquiera será “ama”, sino Amor, sin sujeto, en acción.




Conforme al contrato de edición suscrito entre el autor y la editorial, los derechos de autor por la venta de este libro se han fijado en el 10% de su precio de venta al público, que es de 15 euros. Por tanto, 1,5 euros por cada ejemplar vendido, restando de esta cifra el IVA.

En el caso del formato ebook, cuyo precio de venta es de 5 euros, los derechos de autor se han establecido en el 25%, es decir, 1,25 euros por cada ejemplar vendido, quitando de este importe el IVA.

Los ingresos que de todo ello se puedan derivar para el autor, han sido donados íntegramente a la Fundación Andaluza Nuevo Mundo (FANUM) para la financiación de proyectos de cooperación al desarrollo e iniciativas de ayuda social.



miércoles, 22 de mayo de 2013

El jaramago del balcón de enfrente.







Cuando medito por las mañanas me gusta fijar la mirada  en el balcón de la casa de enfrente. Las lluvias de finales de invierno hicieron que germinara un matojo jaramagos pegado a la herrumbre de uno de los barrotes y durante un mes los he visto crecer  alimentados con las caricias del sol, del viento y de  nuevas lluvias. He sentido especial atracción por uno de ellos, esbelto y desgarbado, que sobresalía de los demás  y se asomaba curioso a la calle. En más de una ocasión ha resonado en mi corazón  que el jarmago y yo eramos lo mismo viviendo experiencias diferentes. Yo, esforzándome en interpretar mis papeles al punto de creerelos a pie juntillas y él empeñado en ser sencillamente  jaramago. Cada día lo saludaba reconociendo en él y en mi la divinidad que ambos somos y ese sentimiento de hermandad hacía sentirme bien. Todo el ego que hay en mí era desapego en él. Todo el sufrimiento que hay en mí era felicidad en él. No precisaba de contentos y le bastaba con ser flexible como un junco y expresarse con sus alegres flores amarillas, hasta que, poco a poco, se dejó languidecer y se secó  convirtiéndose  en pasto arrancado de su frágil atadura  por la mano del hombre. Había cumplido su ciclo como yo cumpliré el mío. Él sin esfuerzos, yo, posiblemente, prisionero en la cárcel que yo mismo me he creado... En recuerdo de ese jaramago que alegraba mi corazón cada mañana, he puesto cuatro macetas de gitanillas en la ventana, que cuido con mucho Amor y no pierdo la esperanza de despertar del sueño de esta vida donde todo parece tan real.

jueves, 21 de marzo de 2013

Fundido de apertura.



Han pasado 107 días desde la última entrada a este blog. Después de este periodo de silencio el fundido de cierre de ese post se encadena a uno de apertura alegre y confiado. Me puse delante del despacho de billetes  con la ilusión de iniciar el camino de regreso a casa y me preocupé cuando presentí  que la taquilla no se abría para mi.  Sentí confusión, miedo y desconcierto esperando lo que no llegaba hasta que me dí cuenta que no había que esperar nada, que todo era perfecto y que quizás no había que regresar a casa sencillamente  porque nunca la había abandonado. Me ayudaron mucho en mis noches oscuras las dos últimas charlas pronunciadas por Emilio Carrillo en 2012 y de tanto escucharlas, fluyó con mucho amor  y sin hacer esfuerzo, de una forma sencilla y agradable la idea de producir la segunda parte de “Hinneni, una historia diferente”, con el título de “Siete prácticas para vivir en frecuencia de Amor.”


Este documental, a diferencia del primero, no tiene autoría porque forma parte del recuerdo colectivo y se comparte justo en el momento que damos la bienvenida a la primavera estacional 2013. La dedicatoria incial brotó en un acto espontáneo de Amor como en la última escena de la película Maktub.


Siete prácticas para vivir en frecuencia de Amor  es una guía consciencial para re-nacer muriendo en vida, para enarbolar la bandera blanca de la rendición, para fundirnos en la unicidad de todo cuanto es,  para crear, en definitiva, nuestra propia primavera consciencial  cuando nuestro nivel de vibración y la providencia así lo estime oportuno.